En São Paulo vino el impulso final de Francesc Domingo a quien, un año antes de su muerte y pocos meses
antes de mi partida, tuve el privilegio y la inmensa alegría de conocer personalmente en su luminoso atelier
del Barrio Bela Vista, Santo Amaro, llevado por una exalumna de pintura que lo visitaba con frecuencia.
Al saber de mis planes de viaje y como si fuésemos amigos de toda la vida, el amabilísimo maestro catalán,
81 años, me concedió toda una tarde de agradable conversación sobre Compostela, España y su tierra cata-
lana, sus amistades con Picasso, Dalí y Casals, entre muchos otros, sobre la guerra civil y la truculencia fran-
quista, sobre su penosa decisión de emigrar, desembarcando por fin en Santos donde la luz tropical lo
dejó totalmente deslumbrado.
Me habló de sus relaciones con artistas plásticos, poetas y músicos, y no dejó de insistir en el disgusto que tenía
con Casals que nunca le contestaba sus mensajes, paisano de mucho genio y bastante mal educado con los amigos.
Después de estimulantes divagaciones artísticas, al sabor del café y de los deliciosos bollitos de Doña Rita, me dio al final de propio puño una nota de recomendación para su amiga de Barcelona, la prestigiosa Conchita Badía, en aquella época uno de los nombres míticos aún vinculados a los famosos Cursos de Verano “Música en Compostela”.
Desafortunadamente no pude encontrarla, pues también ella falleció en seguida, a inicios del 75. Me quedó el amargor de no haber podido conocer personalmente a la extraordinaria cantante catalana, que por el hecho de haber vivido en Rio, huyendo como el Professor Francesc del terror franquista, divulgó, entre tantos compositores españoles de su época, inúmeras obras de nuestro paisano, Villa-Lobos, que le dedicó la canción Dinga-Donga, datada de 10-05-49, escrita por encargo de Conchita y compuesta en su casa de Barcelona.
Pisé el suelo compostelano por primera vez no hace mucho, pasados ya tantos años, acompañando a la soprano Carmen Durán en sus ensayos y conciertos con la Real Filharmonía de Galicia.
Ahora Santiago ya es casi íntima, tantas veces allí estuvimos, trabajando, paseando, visitando amigos y disfrutando del mágico ambiente de ese centro de atención internacional, punto de encuentro de turistas y peregrinos de todo el mundo.
Conxita Badia - dibujo del pintor Francesc Domingo. 1935-1936 - V. “Original”: https://conxitabadia.wordpress.com/media/fotografies/14-dibuix-domingo-1935-6/